Consideraciones sobre la preparación para la reutilización de los RAEE
El pasado 15 de diciembre, se publicó una noticia sorprendente en la prensa especializada del mundo de reciclado: un estudio realizado por WRAP, organización británica para la prevención de residuos, indicaba que el 23% de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) de origen doméstico podrían reutilizarse y que el valor de reventa de estos en el Reino Unido podría alcanzar los 220 millones de libras esterlinas (al cambio, €264 millones). De repente, por unos días, la reutilización de los RAEE volvió a estar en el candelero justo antes del anuncio del acuerdo definitivo entre el Consejo y el Comité de medio ambiente del Parlamento europeo sobre la nueva directiva de RAEE.
La que será la nueva Directiva de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (cuyo texto normativo fue aprobado por el Parlamento europeo el 19 de enero de 2012) prioriza la preparación para la reutilización de estos residuos sobre otras formas de valorización como pueden ser el reciclado o la valorización energética. De hecho, esta operación se incluye en los nuevos objetivos de valorización de estos residuos, aunque sin establecer metas específicas como solicitaban las organizaciones de economía social de la Unión Europea (UE).
¿Qué es la preparación para la reutilización?
La Directiva marco de residuos establece el siguiente orden de prioridades en la jerarquía de residuos: prevención; preparación para la reutilización; reciclado; otro tipo de valorización como puede ser la valorización energética; y la eliminación. Pero, ¿qué es “preparación para la reutilización” y cómo se diferencia esta de la “reutilización”? La propia Directiva en su artículo 3 define ambos términos.
La reutilización es cualquier operación mediante la cual productos o componentes que no sean residuos se utilizan de nuevo con la misma finalidad para la que fueron concebidos. La preparación para la reutilización es la operación que consiste en la comprobación, limpieza o reparación de productos o componentes que se hayan convertido en residuos para que puedan reutilizarse sin ninguna otra transformación previa. La diferencia radica en si el aparato es producto o residuo. Por ejemplo, una lavadora usada que se anuncia en Segunda Mano# y cuya propiedad se transmite entre particulares es una operación de reutilización. En otras palabras, nunca pierde la condición de producto.
Para que se pueda contemplar la actividad de preparación para la reutilización, el aparato debe tener la condición de residuo. Esto es, que el poseedor disponga que es un residuo. Por ejemplo, un RAEE recogido en un punto limpio o en una tienda y que después de un proceso de transformación se vuelve a introducir en el mercado como producto se le considera una operación de preparación para la reutilización. Este aparato contará para los objetivos de valorización que establece la futura Directiva de RAEE.
Resumiendo, debe ser un producto que se ha convertido en un residuo y que, gracias a esta operación, vuelve a ser producto. Se da por hecho, pues, que esta operación sólo puede hacerla un gestor autorizado ya que la legislación europea sólo permite a éstos la manipulación de este tipo de residuos.
Curiosamente, a pesar de la importancia jerárquica que tiene esta operación, a la hora de contabilizarlo, la Comisión Europea en una Decisión (art. 2.3) sobre la Directiva marco, no exige que se notifique por separado esta operación. Considera que toda preparación para reutilización debe agregarse sin más a la cantidad de residuos reciclados a efectos de las obligaciones de los Estados miembros de la Unión Europea (UE).
Requisitos para la preparación para la reutilización.
Pero, ¿vale cualquier RAEE para la preparación para la reutilización?. La propia Directiva marco de residuos (art. 6) establece claramente los requisitos que se deben dar sobre el fin de la condición de residuo. Estos son:
El pasado 15 de diciembre, se publicó una noticia sorprendente en la prensa especializada del mundo de reciclado: un estudio realizado por WRAP, organización británica para la prevención de residuos, indicaba que el 23% de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) de origen doméstico podrían reutilizarse y que el valor de reventa de estos en el Reino Unido podría alcanzar los 220 millones de libras esterlinas (al cambio, €264 millones). De repente, por unos días, la reutilización de los RAEE volvió a estar en el candelero justo antes del anuncio del acuerdo definitivo entre el Consejo y el Comité de medio ambiente del Parlamento europeo sobre la nueva directiva de RAEE.
La que será la nueva Directiva de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (cuyo texto normativo fue aprobado por el Parlamento europeo el 19 de enero de 2012) prioriza la preparación para la reutilización de estos residuos sobre otras formas de valorización como pueden ser el reciclado o la valorización energética. De hecho, esta operación se incluye en los nuevos objetivos de valorización de estos residuos, aunque sin establecer metas específicas como solicitaban las organizaciones de economía social de la Unión Europea (UE).
¿Qué es la preparación para la reutilización?
La Directiva marco de residuos establece el siguiente orden de prioridades en la jerarquía de residuos: prevención; preparación para la reutilización; reciclado; otro tipo de valorización como puede ser la valorización energética; y la eliminación. Pero, ¿qué es “preparación para la reutilización” y cómo se diferencia esta de la “reutilización”? La propia Directiva en su artículo 3 define ambos términos.
La reutilización es cualquier operación mediante la cual productos o componentes que no sean residuos se utilizan de nuevo con la misma finalidad para la que fueron concebidos. La preparación para la reutilización es la operación que consiste en la comprobación, limpieza o reparación de productos o componentes que se hayan convertido en residuos para que puedan reutilizarse sin ninguna otra transformación previa. La diferencia radica en si el aparato es producto o residuo. Por ejemplo, una lavadora usada que se anuncia en Segunda Mano# y cuya propiedad se transmite entre particulares es una operación de reutilización. En otras palabras, nunca pierde la condición de producto.
Para que se pueda contemplar la actividad de preparación para la reutilización, el aparato debe tener la condición de residuo. Esto es, que el poseedor disponga que es un residuo. Por ejemplo, un RAEE recogido en un punto limpio o en una tienda y que después de un proceso de transformación se vuelve a introducir en el mercado como producto se le considera una operación de preparación para la reutilización. Este aparato contará para los objetivos de valorización que establece la futura Directiva de RAEE.
Resumiendo, debe ser un producto que se ha convertido en un residuo y que, gracias a esta operación, vuelve a ser producto. Se da por hecho, pues, que esta operación sólo puede hacerla un gestor autorizado ya que la legislación europea sólo permite a éstos la manipulación de este tipo de residuos.
Curiosamente, a pesar de la importancia jerárquica que tiene esta operación, a la hora de contabilizarlo, la Comisión Europea en una Decisión (art. 2.3) sobre la Directiva marco, no exige que se notifique por separado esta operación. Considera que toda preparación para reutilización debe agregarse sin más a la cantidad de residuos reciclados a efectos de las obligaciones de los Estados miembros de la Unión Europea (UE).
Requisitos para la preparación para la reutilización.
Pero, ¿vale cualquier RAEE para la preparación para la reutilización?. La propia Directiva marco de residuos (art. 6) establece claramente los requisitos que se deben dar sobre el fin de la condición de residuo. Estos son:
- La sustancia u objeto se usa normalmente para finalidades específicas;
- Existe un mercado o una demanda para dicha sustancia u objeto;
- La sustancia u objeto satisface los requisitos técnicos para las finalidades específicas, y cumple la legislación existente y las normas aplicables a los productos;
- El uso de la sustancia u objeto no generará impactos adversos globales para el medio ambiente o la salud.
Cabe resaltar que un RAEE que ha sido transformado en un producto a través de este tipo de operación debe cumplir con las normas aplicables a los productos. Deberá, pues, ajustarse a Derecho en cuanto a la garantía del producto, seguridad del mismo y, como no podría ser de otra forma, en cuanto a las responsabilidades que establece la normativa sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos.
En este último aspecto, un operador que pone en el mercado aparatos eléctricos y electrónicos procedentes de la preparación para la reutilización deberá cumplir con las mismas obligaciones que un fabricante o importador. Entre otras obligaciones, tendrán que declarar trimestralmente estas cantidades en el REI-RAEE del Ministerio de Industria, Energía y Turismo y adherirse a un sistema integrado de gestión (SIG) de RAEE.
Bélgica: modelo en la reutilización de los RAEE
Tomando como base las condiciones analizadas previamente, OVAM, la agencia pública de residuos de la región de Flandes, Bélgica, establece -además- criterios detallados con respecto al impacto ambiental del RAEE y a la calidad del mismo.
Según este organismo belga, para que un RAEE pueda ser reutilizado debe cumplir con los siguientes requisitos de calidad:
- El RAEE funciona correctamente y se debe documentar los procesos llevados a cabo que demuestren su funcionamiento.
- Es seguro desde el punto de vista eléctrico - la preparación para la reutilización debe incluir un test de seguridad eléctrica.
- El aparato está completo - debe tener todos y cada uno de sus componentes esenciales.
- Las piezas del RAEE están en buen estado - poco desgaste, limpias, secas, etc.
- El aislamiento está intacto (congeladores y frigoríficos desechados) ya que su deterioro afecta al consumo eléctrico de los mismos.
OVAM también incluye requisitos medioambientales en su reglamentación. No se admite la preparación para la reutilización de los RAEE que contengan sustancias nocivas para el medio ambiente (gases refrigerantes con CFC y HCFC), los TV y pantallas con tubo de rayos catódicos (por su alta probabilidad de exportarse a países en vías de desarrollo y contravenir lo estipulado en el Convenio de Basilea) y equipos con una eficiencia energética por debajo de "B" (hay siete etiquetas energéticas de eficiencia, de la "A", la más eficiente y limpia, a la "G"). Consideran que el impacto medioambiental de uso energético es superior a cualquier beneficio que pueda aportar un RAEE reutilizado (una lavadora de 1990 consume el doble de electricidad que una actual).
Gracias a estas medidas y al impulso llevado a cabo por Recupel, el decano de los SIG de RAEE de la UE, este país es uno de los más avanzados en la preparación para la reutilización de los RAEE. El año pasado, esta entidad financió la reutilización de cuatro millones de kgs de RAEE, cerca del 4% del total reciclados en este país.
Limitaciones a la preparación para la reutilización.
La preparación para la reutilización se topa con ciertas consideraciones que limitan su extensión. Hay ciertos tipos de aparatos desechados que de entrada podrían descartarse para este proceso. En primer lugar, habría que preguntarse si vale la pena o es posible aplicar esta operación a ciertos residuos peligrosos. No es factible una operación de reutilización en una lámpara fluorescente desechada. La mayoría de los gases refrigerantes que se pueden utilizar en frigoríficos de más de diez años están prohibidos con lo que complica esta operativa en tipo de residuos. Por otro lado no hay ninguna dificultad adicional en la preparación para la reutilización de televisores y pantallas de tubo de rayos catódicos. En este último caso, el problema puede ser si el consumidor demanda estos aparatos con esta tecnología.
También hay que considerar seriamente si existe demanda para ciertos RAEE, como pueden ser aquellos que previamente se destinaron a la higiene personal. Por ejemplo, los cepillos dentales eléctricos y las maquinillas eléctricas de afeitar o depilación. En este caso puede haber consideraciones sanitarias a tener en cuenta.
Además, la calidad del residuo se ve muy afectada por su procedencia y es un factor muy importante a la hora de valorar la viabilidad de realizar esta operación. Según estudios realizados por la Fundación Ecolec, el "porcentaje de canibalización" (residuos a los cuales se les ha sustraído alguna parte, normalmente las valiosas) de los residuos de grandes electrodomésticos procedente de los puntos limpios municipales españoles es del 25%: es habitual encontrarse con partidas completas con todos los aparatos canibalizados. No ocurre los mismo si proceden de tiendas y otros puntos de venta donde los "porcentajes de canibalización" raramente llegan al 2%. La canibalización es un problema generalizado en Europa y se ha incrementado con la crisis económica: ciertos componentes de estos residuos tienen valor en mercados paralelos de chatarra sin control fiscal.
Cuestiones de calidad en la preparación para la reutilización
Una de las cuestiones que más preocupa sobre este asunto es la calidad del producto resultante de esta operación. En este sentido la British Standards Institute ha elaborado recientemente un estándar de calidad para la preparación y reutilización de los RAEE - la PAS 141:2011 que detalla los procesos de calidad para la comprobación, testeo y verificación de los RAEE antes de convertirse en productos.
Cabe también destacar la labor realizada por RREUSE, la red europea de entidades de integración social, que también ha desarrollado sus propios procedimientos de calidad que se están utilizando exitosamente por los agentes de economía social de diez países de la UE.